Misionera de la Caridad asesinada en Yemen dejó una semilla en Brasil

RÍO DE JANEIRO, 22 May. 16 (ACI).- “Hermana Margarita: ¿ese nombre le dice algo? ¿Y Anathalie Mukashema, su nombre de Bautismo? Tal vez usted no conoció a esa religiosa de las Misioneras de la Caridad -congregación más conocida como las ‘Hermanas de la Madre Teresa de Calcuta’- pero ella es recordada por muchos adultos que viven en Fazenda Coutos III y también en Alagados, en Salvador de Bahía (Brasil)”.

Así comienza la carta titulada “Uma semente chamada Margarida” (Una semilla llamada Margarita) que escribió Mons. Murilo Krieger, Arzobispo de Salvador de Bahía, para recordar los frutos que dejó en Brasil la religiosa ruandesa asesinada en Yemen.

Mons. Krieger indicó que la hermana Margarita llegó al país a los 25 años con la misión de atender a los pobres y ancianos. La describió como una mujer de pequeña estatura que “siempre estaba alegre, le gustaba jugar con los niños y visitar a las familias. Dondequiera que fuera le enseñaba a la gente a rezar el rosario”.

Vivió en Brasil cuatro años y luego fue enviada a Kenia. Tres años después hizo sus votos perpetuos. Mons. Krieger recordó que en esa ocasión recibieron una carta de la religiosa que decía: “Solo tengo un deseo: estar siempre en la presencia de Dios para escuchar y saciar su sed, haciendo siempre su voluntad a través de María”.

Fue enviada a Jordania y en el año 2008 llegó a Yemen. Siguió entregando su vida al servicio de los necesitados hasta las 8 :30 a.m. del pasado 4 de marzo cuando ella y otras tres religiosas de su comunidad de Aden, Yemen, fueron asesinadas mientras servían el desayuno a un grupo de ancianos y enfermos.

Mons. Krieger recordó que las misioneras “murieron con los delantales puestos” y que momentos antes habían rezado: “Señor enséñame a ser generosa. Enséñame a servirte como mereces; a entregarme sin calcular las dificultades; a luchar sin prestar atención a las heridas; a esforzarme siempre sin buscar descanso; a trabajar sin pedir recompensa, sabiendo que hago tu voluntad”.

Añadió que cuando el Papa Francisco se enteró de esta tragedia, manifestó que “ellas son los mártires de hoy. No aparecen en las portadas de los periódicos y no son noticia. Esas religiosas dieron su sangre por la Iglesia”.

El Arzobispo de Salvador de Bahía indicó que “estas misioneras no fueron las primeras y, probablemente, no serán las últimas en dar la vida a causa de las fe que profesaban y de los necesitados que buscaban atender. Incluso después de los acontecimientos la congregación quiere continuar allí, para atender a los que necesitan de las hermanas”.

Al final citó la frase del Evangelio: “Si el grano de trigo que cae en la tierra no fuere, se queda así. Pero si muere produce mucho fruto” (Jn 12,24) y señaló que espera que “muchos de los frutos de esas semillas -especialmente de aquella llamada Margarita- beneficien a nuestra Arquidiócesis, a nuestro estado y a nuestro país”.

Traducido por María Ximena Rondón. Publicado originalmente en ACI Digital.

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— ACI Prensa (@aciprensa) 17 de marzo de 2016
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