Cardenal Ouellet exhorta a la Iglesia ser sacramento de misericordia en toda América

BOGOTÁ, 28 Ago. 16 / 03:06 pm (ACI).- El Presidente de la Pontificia Comisión para América Latina (CAL), Cardenal Marc Ouellet, exhortó este domingo a obispos y sacerdotes a hacer de la Iglesia en América un sacramento de misericordia; para ello recordó su historia evangelizadora con la Virgen de Guadalupe junto a santos y mártires, y animó a las familias y los laicos a ser testimonio cristiano en la vida pública.

El Purpurado hizo este llamado en el segundo día del “Jubileo Extraordinario de la Misericordia en el Continente Americano”, que se celebra en Bogotá (Colombia), del 27 al 30 de agosto.

La autoridad vaticana destacó que todo el continente esté unido bajo una misma fe, sin embargo, cuestionó a cardenales, obispos, sacerdotes y laicos, “¿de qué manera la Iglesia católica puede testimoniar mejor la misericordia al interior de nuestras sociedades que siendo ricas de historia y de valores religiosos, permanecen sin embargo marcadas por la miseria, la injusticia, la corrupción y la secularización?”.

Para responder a esta pregunta, el Cardenal Ouellet hizo un recorrido por la historia evangelizadora del continente, para luego precisar “el sentido de la sacramentalidad de la Iglesia con su dimensión misionera”, y concluir “con algunas consideraciones pastorales que tienen el propósito de estimular nuestro testimonio continental de la misericordia”.

Este jubileo continental, afirmó, ofrece la ocasión de “evocar la fe de nuestros padres, de retomar el valor de nuestros mártires” y la caridad de los santos que difundieron el Evangelio; cosas dignas como “la epopeya misionera que atravesó el continente con la llegada de los europeos, pero que despegó verdaderamente con las Apariciones de Nuestra Señora de Guadalupe a San Juan Diego sobre la colina del Tepeyac”.

En ese sentido, el Purpurado recordó el viaje del Papa Francisco a México en febrero pasado, donde se recogió en silencio ante Nuestra Señora de Guadalupe. La fe del pueblo mexicano, cuya sangre derramada durante la persecución multiplicó vocaciones y ha convertido a perseguidores, “¿no es un gran signo de la Iglesia, Sacramento de la Misericordia?”, preguntó.

Además, recordó los viajes apostólicos de Francisco a Brasil, Bolivia, Ecuador, Paraguay y otros más, donde se dieron grandes encuentros que “muestran concretamente a la Iglesia en estado de misión, la Iglesia, sacramento de la misericordia, por su testimonio de Esperanza y de alegría”.

Sin embargo, el Cardenal Oullet advirtió que “la dificultad hoy es que ya no se sabe bien lo que es la gracia, y en consecuencia no se comprende bien qué es un sacramento de la gracia”, producto de las culturas secularizadas de esta época que han vuelto “hermético” el lenguaje cristiano. “Incluso, la noción de salvación es tan nebulosa como la de la gracia, siendo otra categoría olvidada en nuestros días”.

Ante ello, el Presidente de la CAL llamó a retornar a “la fuente de la gracia y de la Iglesia”, que es el bautismo “que Jesús le ha dejado en el momento de su partida de este mundo” para que sus discípulos vayan y evangelicen a todas las naciones.

Asimismo, al abordar la importancia de la Eucaristía, el Purpurado señaló que Cristo es el “primer sacramento de la misericordia”. Su cuerpo muerto y resucitado es por excelencia “el signo y el instrumento visible de la comunicación de la vida divina a la humanidad” y de ahí proviene “la nobleza incomparable de la celebración eucarística”.

Por ello, exhortó a promover y sostener la Eucaristía con “una catequesis adecuada y una cuidadosa predicación en la vida ordinaria”, junto a las celebraciones de adoración y congresos eucarísticos “que destacan su valor como la fuente y el culmen de la vida y de la actividad de la Iglesia”.

“En síntesis, toda la sacramentalidad de la Iglesia emana del bautismo, de la Eucaristía y de los otros sacramentos en vista de un solo propósito: extender la filiación divina de los hijos de Dios, difundir la comunión del Espíritu del Padre y del Hijo, participar en la naturaleza divina que no es más que Amor y Misericordia”, afirmó.

En ese sentido pidió no limitar la divina misericordia al perdón de los pecados, pues va más allá al comunicar el Espíritu de Dios a los bautizados y darles “la fuerza y el valor para ofrecer un auténtico testimonio”.

Además exhortó a la “práctica generosa de las obras de misericordia”, pues no es, “en primer lugar, por sermones moralizadores que somos movidos a la misericordia, sino por una toma de consciencia teologal de nuestra condición de hijos e hijas del Padre misericordioso”.

En su extenso discurso, la autoridad vaticana también se refirió a la familia, la iglesia doméstica que enfrenta “una sufrida realidad en nuestros días, pero que permanece llena de esperanza” y nutre a la Iglesia con vocaciones. Estas iglesias domésticas “son una riqueza extraordinaria para la evangelización, un recurso aún muy poco reconocido y explotado”, señaló.

Asimismo, exhortó a los laicos a ingresar a la vida pública “como cristianos inteligentes e íntegros” y no ceder a “la tentación de muchos de no mezclarse en la política a causa de la corrupción que reina de modo endémico en la mayor parte de nuestros países”. El Papa Francisco “responde que no hay que tener miedo de ensuciarse las manos y que más bien hay que tener el valor de exponerse para sanear la moral pública de nuestras sociedades, en los dominios de la economía, de la política y de las comunicaciones”, indicó.

Finalmente, tras recordar “la figura del Bienaventurado mártir Oscar Arnulfo Romero”, el Presidente de la CAL afirmó que la Iglesia “es una luz y una fuerza de comunión que eleva a la humanidad, la libera del individualismo, del egoísmo, del odio y de la ignorancia religiosa por la iluminación del Evangelio y del Bautismo”, y constituye en América una muralla contra “la secularización y sus consecuencias deshumanizantes”.

“Pueda, pues, el llamado del Papa Francisco, orientar nuestras miradas prioritariamente hacia la Misericordia en este Jubileo, abrirnos a todas las dimensiones que hemos evocado, y transformarnos en testigos más creíbles y eficaces del ‘sacramento admirable de la Iglesia entera’”, concluyó.

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