Mons. Castro: Para solucionar el conflicto Colombia escogió el camino de la misericordia

BOGOTÁ, 30 Ago. 16 / 01:23 pm (ACI).- El Presidente de la Conferencia Episcopal Colombiana (CEC), Mons. Luis Augusto Castro, afirmó que para resolver el conflicto de 50 años con las FARC, Colombia “quiso escoger un tipo de justicia que hablaba de misericordia, la justicia transicional”, cuyo fin es beneficiar a todo el pueblo “procurándole vivir en paz”.

El Presidente de la CEC señaló esto durante la última jornada del “Extraordinario Jubileo de la Misericordia en el Continente Americano”, que culmina hoy en Bogotá (Colombia) y que fue convocado y organizado por la Pontificia Comisión para América Latina (CAL) y el Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM), en contacto y colaboración con los episcopados de Estados Unidos y Canadá.

En su discurso “La misericordia, alma de una cultura del encuentro, del perdón y de la reconciliación en el continente americano”; Mons. Castro abordó especialmente la experiencia del proceso de paz colombiano, cuyo Acuerdo de Paz entre el gobierno y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), llega tras más de tres años de negociaciones en La Habana (Cuba) y pone fin a un conflicto de 50 años.

El Prelado señaló que América está llena “de preguntas dolorosas a las que la misericordia debe responder”, y que surgen en México, Haití, El Salvador, Guatemala, Venezuela, Colombia a la par que Paraguay; “países como los más urgidos de misericordia hoy y tomaré como punto de comparación la situación de Colombia”.

“En estos días –indicó-, en Colombia se ha dado un paso muy importante y es el poner fin a la guerra a través del diálogo con un movimiento revolucionario, las FARC, que ha destrozado a Colombia durante más de cincuenta años”, pero ahora toca construir la paz que es como hacer una casa nueva que refleje “la novedad”.

Por ejemplo, indicó, la política que fue excluyente debe ser incluyente, “la economía que fue inequitativa debe entrar a fortalecer la débil equidad que vivimos mediante una carga de solidaridad”, y la sociedad que se endureció ante el dolor “debe liberarse para sentir con el otro”.

Pero especialmente se debe poner énfasis en las bases de esta casa nueva, la primera de las cuales “es el cimiento ético constituido por la misericordia y la compasión, el cimiento espiritual que es el perdón y la reconciliación y el cimiento cultural que es la cultura de la vida, la cultura de los derechos humanos, la cultura del respeto a la diversidad”.

“Colombia, para resolver su conflicto (…), quiso escoger un tipo de justicia que hablaba de misericordia, la justicia transicional. Esta justicia que, como su nombre lo indica, facilita el tránsito de la orilla de la guerra a la orilla de la paz, no beneficiaba sólo a las guerrillas y ni siquiera sólo a las fuerzas armadas acusadas de infracciones dentro del contexto de la guerra. Beneficiaba a todo el pueblo colombiano procurándole vivir en paz”.

“Este es el punto que ha llevado a que Colombia se polarice. Muchos colombianos quieren la ordinaria justicia penal para castigar a las guerrillas y por eso rechazan los acuerdos. Pero por este camino jamás hubiésemos llegado a un acuerdo de paz. La misericordia en este caso es una respuesta excepcional”, afirmó.

Mons. Castro recordó las palabras de San Juan Pablo II que señaló que “la justicia que es sólo justicia bien pronto deja de ser justicia. Para que la justicia sea de verdad justicia debe estar acompañada de algo que es más que justicia y ese algo más es la misericordia”.

El Presidente de la CEC también se refirió a la violencia en México generada por el narcotráfico, un problema que sufrió Colombia por 25 años y que “formó en varias generaciones lo que yo he solido llamar una narcomentalidad”.

“¿Cuál es la respuesta en México a la narcomentalidad? Esa es la gran pregunta que se hace la iglesia de México. Pero sin duda, en la respuesta debe entrar de lleno y con fuerza la misericordia. Una buena respuesta en términos de misericordia arrastra a muchos, los convence”, afirmó.

Mons. Castro señaló que ser simple espectador del sufrimiento ajeno “no es misericordia”, y por tanto “ayudar a las víctimas a vivir la misericordia es nuestra tarea de Iglesia en Colombia, en México, en Venezuela, en Haití, etc”.

Antes de culminar, Mons. Luis Augusto Castro señaló que América ha sufrido mucho con las guerras internas y entre países. Por ello “es necesario que a todos los niveles, desde el Estado hasta el nivel personal de vida cristiana, promovamos intensamente la misericordia que incluye la compasión, para que demos un salto de calidad en nuestras relaciones internacionales y nacionales”.

Y también “para que seamos testigos de la misericordia del Padre en todos los rincones del continente para el cual pedimos la bendición de Dios y que infunda en el mismo, sentimientos de perdón y reconciliación para que vivamos como hermanos que se aman y nunca más como lobos que se despedazan”.

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