Lo que debes saber sobre el milagro de licuefacción de la sangre de San Genaro

REDACCIÓN CENTRAL, 19 Sep. 17 / 12:45 pm (ACI).- Este 19 de septiembre, en el día de su fiesta, se volvió a licuar la sangre de San Genaro, Obispo, mártir y santo patrono de Nápoles en Italia.

Catholic Fire recoge todo lo que debes saber sobre el proceso de licuefacción de la sangre del santo. Esta es guardada en un relicario especial y reúne a los católicos tres veces al año en la catedral de Nápoles.

La sangre seca de San Genaro se conserva en dos ampollas de vidrio en la capilla del tesoro de la Catedral de Nápoles y se licúa tradicionalmente tres veces al año (se mueve 6 veces por cada día): el primer domingo de mayo, el 19 de septiembre, fiesta del Santo y el 16 de diciembre. La Iglesia considera que el milagro sucede gracias a la dedicación y las oraciones de los fieles.

Las ampollas, que se conservan una masa sólida oscura, se sacan dentro de un relicario. Entonces, este es sostenido y girado por un sacerdote mientras el pueblo reza. Después de un período que puede ir desde los dos minutos hasta una hora, la masa sólida se torna de color rojo y empieza a burbujear.

En el momento en que la masa sólida se vuelve líquida, el sacerdote sostiene la reliquia, girándola de modo que la feligresía vea el líquido moviéndose alrededor del frasco.

Con la exclamación: “¡El milagro ha sucedido!”, las personas caminan en orden y en dirección al altar para besar la reliquia y cantan el “Te Deum” en acción de gracias.

En el pasado ya se han realizado varias investigaciones para encontrar una explicación científica que responda a la pregunta sobre cómo algo sólido puede llegar a licuarse repentinamente, pero ninguno ha sido satisfactorio.

Cuando la sangre no se ha licuado, los napolitanos han tomado el hecho como un augurio de desgracias.

La reliquia permaneció sólida el año en que Nápoles eligió a un alcalde comunista, pero se licuó espontáneamente cuando el fallecido Arzobispo de Nueva York, Cardenal Terence Cooke, visitó el santuario de San Genaro en 1978.

En el año 2015, mientras el Papa Francisco daba algunos consejos a los religiosos, sacerdotes y seminaristas de Nápoles, la sangre se licuó nuevamente.

La última vez que había ocurrido la licuefacción ante un Pontífice fue en 1848 con Pío IX. No había sucedido cuando Juan Pablo II y Benedicto XVI visitaron la ciudad en octubre de 1979 y en el mismo mes en 2007, respectivamente. 

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