Era un joven japonés ateo, pero su interés por la historia lo llevó al camino al sacerdocio

Mahairo Yuki era un joven japonés ateo que se convirtió al cristianismo gracias a su interés por la Historia del Mundo. Hoy, a sus 26 años, se prepara para ser sacerdote.

“Cuando era pequeño no era cristiano, sino ateo. En mi familia no teníamos ninguna fe, ninguna creencia. Pero cuando estaba en el colegio me interesaba mucho la Historia del mundo y la Historia de la Iglesia. Tenía mucha inquietud, por eso un día fui a la catedral de Oita (Japón), y dije que quería hablar con el sacerdote que me dijo que si tenía esa inquietud podía empezar a tener catequesis”, explicó Mahairo en una entrevista concedida a ACI Prensa.

El P. Damián Kazuki fue el sacerdote que durante un año le enseñó la fe cristiana a Mahairo, y durante la Vigilia pascual del año 2010 recibió el Bautismo, la Confirmación y la Primera comunión, entonces tenía 18 años.

Según afirma Mahairo lo que más le impresionó al conocer la fe católica fueron “la universalidad de la Iglesia y la caridad cristiana”.

“La Iglesia no es una institución humana, sino sobrenatural. El Santo Padre es sucesor de San Pedro y vicario de Cristo en la tierra y eso yo no lo sabía y me pareció muy bonito, sobrenatural”, asegura el joven.

Entró en la universidad para estudiar Literatura y a pesar de que sus padres no comprendieron su conversión al cristianismo, Mahairo continuó su formación y descubrió que tenía vocación al sacerdocio gracias a la ayuda del P. Damián Kazuki.

“El P. Kazuki me recomendó hacer unos días de retiro espiritual y allí descubrí mi vocación, era el año 2015”, recuerda.

Pero no todo fue tan sencillo: los padres de Mahairo estaban muy sorprendidos con su cambio de vida. “Mi padre lo aceptó desde el principio, pero mi madre no entendía muy bien mi conversión y se enfadó mucho con mi vocación sacerdotal. El P. Kazuki me apoyó mucho espiritualmente y también con mis padres, habló con ellos durante más de un año sobre esto. Ahora lo han aceptado y están muy contentos”.

“Durante muchos años no hubo seminaristas japoneses en mi diócesis, el P. Kazuki había estudiado Teología y Filosofía en la Universidad de Navarra y vivido en el Colegio Mayor Bidasoa, en Pamplona (España) y me propuso ir a hacer los años de seminario allí. A mi Obispo le pareció bien y aceptó que fuera a estudiar a España”, explica el joven al que le quedan aún tres años para ordenarse sacerdote.

Mahairo asegura que “desde la llegada de San Francisco Javier, Japón es tierra de misioneros”, pero destaca que a pesar de que “la Iglesia y el cristianismo es universal” las vocaciones nativas son muy importantes porque “un sacerdote japonés puede acercar mucho mejor el Evangelio a su gente porque les entiende mucho mejor”.

La Obra de San Pedro Apóstol, una de las Obras Misionales Pontificias (OMP), apoya económicamente a la formación de las Vocaciones Nativas con la construcción de seminarios y noviciados y sostiene anualmente a 76.917 seminaristas, es decir, uno de cada tres seminaristas en el mundo y a 5.649 novicios y novicias en su primer año.

Gracias a la generosidad de los fieles de todo el mundo, en el año 2017, el Fondo Universal de Solidaridad de San Pedro Apóstol envió más de 18,5 millones de euros a los territorios de Misión.

Según datos facilitados por OMP el número de vocaciones que nacen en las misiones se ha multiplicado. De hecho, el número de sacerdotes nativos pasó de 46.932 a 88.138 en los últimos 30 años.

Además los sacerdotes nativos atienden al doble de personas que la media universal. En las misiones hay 38.126,11 habitantes por sacerdote, mientras que en los territorios que no son de misión la media está en 17.439,76 habitantes por sacerdote.

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