El Papa advierte contra los que tratan de convertir al pueblo en una “masa” manipulable

El Papa Francisco advirtió contra los “líderes” que tratan de manipular a los pueblos y convertirlos en “pueblo-masa” mediante la construcción de una “falsa unidad” empleada para fines particulares.

En la homilía de la Misa celebrada en Casa Santa Marta este jueves 17 de mayo, el Santo Padre señaló la necesidad de trabajar por la unidad, porque “cuando nosotros, en la vida, en la Iglesia o en la sociedad civil, trabajamos por la unidad, estamos en el camino que Jesús nos ha marcado”.

Sin embargo, advirtió contra la “falsa unidad”, como la de los que acusaban a San Pablo en la primera lectura del día, de los Hechos de los Apóstoles. Al principio se presentaban como un bloque único para acusarlo.

Pero Pablo, con la sabiduría del Espíritu Santo, lanzó “la piedra de la división” asegurando que estaba siendo juzgado “por esperar la resurrección de los muertos”, lo cual provocó la división de la asamblea que le juzgaba entre fariseos y saduceos, ya que estos últimos no creían en la resurrección.

En los Hechos de los Apóstoles también se ve en ocasiones que San Pablo sufre persecuciones por parte del pueblo que grita sin saber qué está diciendo, sólo repite lo que “los dirigentes” sugieren.

“Esta instrumentalización del pueblo –explicó Francisco– es también un desprecio del pueblo, porque lo convierte en masa. Es un elemento que se repite mucho, desde los primeros tiempos hasta la actualidad”.

En este sentido, sugirió pensar cómo “el domingo de Ramos todos aclamaban a Jesús: ‘¡Bendito el que viene en el nombre del Señor!’, y cómo esa misma gente, el viernes siguiente, gritaba ‘¡Crucifícalo!’. ¿Qué había sucedido?”, se preguntó el Papa.

“Les habían lavado el cerebro, y les habían cambiado el modo de pensar. Habían transformado al pueblo en masa, que destruye”.

Este método, “crear condiciones oscuras para después condenar a la persona”, es lo que rompe la unidad. Es el método empleado para perseguir a Jesús, a Pablo, a Esteban y a todos los mártires.

Además, señaló el Papa que también es un método empleado hoy “en la vida civil, en la vida política, cuando se quiere dar un golpe de estado. Los medios comienzan a hablar mal de la gente, de los dirigentes y, con la calumnia, la difamación, los ensucian”.

Asimismo, advirtió que, “en un nivel más concreto, sucede lo mismo en nuestras comunidades parroquiales cuando, por ejemplo, dos o tres comienzan a criticar a otro, y comienzan a hablar a sus espaldas, y crean una falsa unidad para condenarlo. Se sienten seguros y lo condenan”.

“Lo condenan mentalmente. Después se separan y hablan a espaldas uno del otro, porque están divididos. Por este motivo, el propagar rumores es una actitud asesina, porque mata, porque expulsa a las personas, acaba con la ‘fama’ de la gente”.

Por el contrario, invitó a pensar “en la gran vocación a la cual estamos llamados: la unidad con Jesús, el Padre”.

“Sobre ese camino debemos avanzar hombres y mujeres que se unen y que siempre tratan de avanzar adelante a lo largo del camino de la unidad. Y no la falsa unidad que no tiene sustancia, y que sólo sirve para dar un paso más y condenar a la gente, y llevar adelante intereses que no son los nuestros: intereses del príncipe de este mundo, que es la destrucción”.

El Papa terminó su homilía pidiendo “que el Señor nos de la gracia de caminar siempre en el camino de la verdadera unidad”.

Lectura comentada por el Papa Francisco:

Hechos 22:30; 23:6-11

30 Al día siguiente, queriendo averiguar con certeza de qué le acusaban los judíos, le sacó de la cárcel y mandó que se reunieran los sumos sacerdotes y todo el Sanedrín; hizo bajar a Pablo y le puso ante ellos.

6 Pablo, dándose cuenta de que una parte eran saduceos y la otra fariseos, gritó en medio del Sanedrín: «Hermanos, yo soy fariseo, hijo de fariseos; por esperar la resurrección de los muertos se me juzga.»

7 Al decir él esto, se produjo un altercado entre fariseos y saduceos y la asamblea se dividió.

8 Porque los saduceos dicen que no hay resurrección, ni ángel, ni espíritu; mientras que los fariseos profesan todo eso.

9 Se levantó, pues, un gran griterío. Se pusieron en pie algunos escribas del partido de los fariseos y se oponían diciendo: «Nosotros no hallamos nada malo en este hombre. ¿Y si acaso le habló algún espíritu o un ángel?»

10 Como el altercado iba creciendo, temió el tribuno que Pablo fuese despedazado por ellos y mandó a la tropa que bajase, que le arrancase de entre ellos y le llevase al cuartel.

11 A la noche siguiente se le apareció el Señor y le dijo: «¡Animo!, pues como has dado testimonio de mí en Jerusalén, así debes darlo también en Roma.»

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